El reflejo de Moro forma parte habitual de la evaluación pediátrica del recién nacido. La reacción al estímulo es más pronunciada durante las primeras semanas de vida, y la intensidad de la respuesta irá decreciendo poco a poco hasta que al final aparezca el reflejo de sobresalto.

Si el reflejo de Moro permanece más allá de los seis meses de vida puede ser un indicador de disfunción neurológica o de retraso de la maduración neurológica.

Según Van Allen (1988), el reflejo de Moro permanece cuando los mecanismos reticulares del tronco cerebral no han madurado correctamente y no se hayan bajo el control de los centros corticales superiores del cerebro. Es decir, las áreas subcorticales, involuntarias, toman el control del comportamiento del niño.

El reflejo de Moro se puede activar con cualquier tipo de estimulación sensorial repentina, lo que lo convierte en un reflejo multisensorial.

El reflejo de Moro genera un incremento de la actividad fisiológica como consecuencia de la estimulación del sistema simpático responsable de todas nuestras funciones de supervivencia: respiración, ritmo cardíaco, presión sanguínea y digestión.

Cuando el sistema simpático se estimula, incrementa su actividad preparando al cuerpo para la lucha o la huida, para lo que produce adrenalina y cortisol principalmente, lo que aumenta el ritmo cardíaco, se contraen los vasos sanguíneos, se incrementa la presión arterial, se dilatan las pupilas y reconduce la sangre del sistema digestivo a los músculos.

Se considera que durante los primeros meses de vida este mecanismo ayuda a la supervivencia del bebé justo cuando el sistema nervioso es muy inmaduro y no puede regularse mediante el equilibrio con el sistema parasimpático.

Efectos de la no inhibición del Reflejo de Moro

Si el reflejo de Moro permanece presente aparecerá hipersensibilidad a ciertos tipos estimulación sensorial. El niño se sentirá sobrecargado por algún estímulo sensorial y sobre reaccionará automáticamente a un sonido determinado, cambios de luz, inmadurez de los mecanismos posturales, sistema motor, sistema táctil, vestibular y/o propioceptivo. La respuesta será fundamentalmente de lucha/huída.

También puede afectar a procesos fisiológicos, emocionales y/o de conducta, generando hipervigilancia en muchos casos, miedos anticipatorios y ansiedad a nivel subconsciente.

La conducta observable será inmadura e inapropiada presentándose a menudo una paradoja: por un lado, suelen ser niños muy sensibles, perceptivos e imaginativos, pero por otro lado pueden ser inmaduros, demandantes y/o manipuladores.

Se suele dar además una disincronía entre comportamiento verbal, emocional e integración social sobre todo con sus pares.

Efectos a largo plazo de la permanencia del Reflejo de Moro

  • Problemas vestibulares, mareo, pobre coordinación y equilibrio, torpeza motora y/o retraso en el desarrollo motor que puede observarse durante juegos de pelota por ejemplo.
  • Problemas de hipersensibilidad en el canal auditivo, visual y táctil, con incapacidad para discriminar figura-fondo.
  • Reticencia para dejarse cortar el pelo, las uñas, lavar la cara.
  • Les molesta la ropa, los sonidos fuertes o graves, los cambios de luz, de movimiento o de posición.
  • Cambios de humor y de actividad/pasividad con ciclos de hiperactividad seguido de fatiga intensa.
  • No les gustan los cambios ni las sorpresas, mala adaptación y agresividad o timidez excesiva.
  • Ansiedad y estrés sin motivo y angustia frecuente.
  • Tono muscular tenso.
  • Dificultad para aceptar las críticas y para tomar decisiones.
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