A finales del siglo XIX y principios del siglo XX se desarrolló un interés inusitado por el conocimiento del funcionamiento del sistema nervioso en los animales y en los humanos (Alvarado et al., 2010)

Los conocimientos sobre cómo los reflejos afectan al movimiento, al equilibrio y a los órganos sensoriales se inician con las investigaciones de Pierre Flourens, neurofisiólogo, médico y biólogo francés, que entre 1814 y 1824 llevó a cabo una serie de experimentos consistentes en observar los cambios biológicos de las palomas, conejos y perros después de quitarles ciertas porciones de su cerebro.

Entre otros experimentos, descubrió que si se extrae el cerebelo se destruye la coordinación muscular del animal y su sentido del equilibrio, lo que le llevó a concluir que el cerebelo regula todos los movimientos.

También descubrió el papel que los canales semicirculares tienen en el mantenimiento del equilibrio y la coordinación cuando extirpó los canales semicirculares de una paloma y observó posteriormente con sorpresa sus dificultades con el movimiento (Peiper, 1963; Swazey, 1969).

Al mismo tiempo que Flourens investigaba la localización de las funciones en el Sistema Nervioso Central, Marshall Hall se dedicó al estudio de los movimientos involuntarios en los animales y en el hombre.

En 1850 definió el arco reflejo definido como una secuencia de funciones implicadas en el movimiento involuntario situado en el tronco cerebral y que funciona independientemente y sin implicación del córtex. Describió tres elementos en el arco reflejo: una fibra aferente, un centro espinal y una fibra eferente. (Swazey, 1969).

A partir de aquí, en 1898 Charles Sherrington observó los reflejos primitivos en animales como respuestas automáticas y complejas mediadas en el tallo cerebral (Alvarado et al., 2010).

Sus descubrimientos fueron seguidos y ampliados por Magnus y De Kleijn en 1912, y Magnus y Rademaker entre 1924 y 1931, quienes encontraron un gran número de posturas y movimientos reflejos, previamente desconocidos, sobre todo en animales, realizando secciones en el tronco cerebral, inactivando ciertas áreas cerebrales mediante el uso de sustancias tóxicas o eliminando órganos sensoriales.

Magnus describió fundamentalmente los reflejos tónicos del cuello especialmente el reflejo tónico asimétrico cervical que también recibe el nombre reflejo de Magnus.

De la misma época destacan investigadores de los reflejos como Mussen (1927), Brock y Wechsler (1927), Byers (1938), Hess (1954-56), Shaltenbrand (1925, 1927), y Sherrington (1939, 1947), principalmente.

Continuará…

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